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¿Cuándo empezó la herencia latinoamericana en Canadá?

Une ancienne carte du monde

El mapa del mundo de Pierre Desceliers, 1550.

Foto: Biblioteca Británica

Rufo Valencia

Este artículo fue originalmente publicado el 23 de octubre de 2020

La herencia latinoamericana en Canadá, reconocida como tal mediante ley aprobada en el Parlamento canadiense (nueva ventana) el 21 de junio de 2018, tiene orígenes que se remontan por lo menos al siglo XVIII, cuando en la costa oeste canadiense se funda lo que fue el primer asentamiento de lengua castellana en lo que hoy es la provincia de Columbia Británica: el fuerte Santa Cruz de Nutka, establecido en 1789 por el sevillano Esteban José Martínez, aventura en la que también participaron, o documentaron, personas nacidas en lo que hoy se llama América Latina.

Ese fuerte, que se mantiene activo entre 1789 y 1795, por poco causa la guerra entre España e Inglaterra, potencias imperiales que se disputan el control del noroeste de lo que hoy es Canadá.

Un photo ancienne de Nootka Sound

Viviendas indígenas en Nootka Sound, abril de 1778.

Foto: Biblioteca Pública de Vancouver

Esa región es explorada entre 1774 y 1788 por barcos de la marina española al mando de un oficial nacido en Lima: Juan Francisco de la Bodega y Quadra, quien en 1792 debe negociar con el marino británico George Vancouver a quien pertenecía la isla. El criollo peruano estaba convencido que era territorio español, a lo cual se oponía el inglés.

La historia de ese encuentro es densa, pero tiene un fugaz momento final en el cual ambos deciden combinar sus nombres para darle un topónimo a la isla en la que se hallan. La isla es bautizada como "Isla de Quadra y Vancouver".

En ese orden de los apellidos está inscrito el orden de llegada a ese territorio: los españoles llegaron primero y fueron ellos los primeros europeos en entrar en contacto con el pueblo indígena haida, reconocido aún hoy por sus majestuosos tallados en madera, además de haber contactado otros pueblos del lugar como los nuuchanulth.

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Busto de Juan Francisco de la Bodega y Quadra en Quadra Park, Victoria, Columbia Británica, Canadá.

Foto: Wikicommons / Michal Klajban

Con el tiempo, la ley de la economía del lenguaje, o simplemente el celo británico de borrar el nombre del limeño en la designación topográfica de aquella isla, hicieron desaparecer el nombre del peruano. Hoy Vancouver es una isla que tiene amputada la mitad de su nombre original. En ella se encuentra la ciudad de Victoria, con algo más de un millón y medio de habitantes y capital de la provincia de Columbia Británica.

Aunque su nombre ha sido borrado como apelativo de la isla, queda el consuelo de que existe en la capital de esa provincia un parque bautizado como el Quadra Park, donde todavía se puede apreciar un busto dedicado a la memoria de aquel limeño que no dudó en navegar hacia una región que todavía no existía en los mapas de la época.

Hacia el este de la isla de Quadra y Vancouver, cruzando las aguas del Estrecho de Georgia, cuyo nombre original es el Gran Canal de Nuestra Señora del Rosario la Marinera -bautizada así por el marino gaditano Francisco de Eliza, graduado del Real Colegio de Guardiamarinas en Cádiz-, se encuentra Vancouver, la ciudad más grande de la provincia de Columbia Británica, con cerca de dos millones y medio de habitantes, marcada a tal punto por la inmigración asiática que también se la llamó Hongcouver, sobre todo después de la devolución de Hong Kong a China en 1997, lo que produjo una mayor migración china a Canadá.

Une panoramique de la ville de Vancouver

Vancouver, la ciudad más grande en la provincia de Columbia Británica.

Foto: La Presse canadienne / Darryl Dyck

El contacto de los pueblos indígenas de esta región que hoy se conoce como la provincia canadiense de Columbia Británica tuvo consecuencias trágicas para los nuuchanulth, en cuyo territorio se encontraba aquel primer enclave español de Santa Cruz de Nootka. Para el año 1830, por lo menos nueve de cada diez nuuchanulth habían muerto a causa de enfermedades como la malaria y la viruela, traídas por los europeos y los americanos y ante las cuales los indígenas no tenían inmunidad.

A principios del siglo XX, los nuuchanulth sumaban unas 3500 personas. Según el último censo en Canadá, llevado a cabo en 2016, la población nuuchanulth llega a las 4606 personas.

Han pasado varios siglos desde que las primeras descripciones y crónicas de la costa oeste canadiense fueron escritas en español. Aunque se podría creer que esa historia duerme en el polvo del olvido, lo cierto es que esos documentos son piezas vitales en las batallas jurídicas de las Primeras Naciones canadienses en esa región que luchan por el reconocimiento de sus territorios ancestrales.

Plusieurs personnes autochtones dans une salle

El jefe Roger William, a la derecha, de la Primera Nación Xeni Gwet’in rodeado por jefes y otros funcionarios durante una conferencia de prensa en Vancouver después de que la Corte Suprema de Canadá fallara a favor de la Primera Nación Tsilhqot’in, concediéndole el título de propiedad de 438.000 hectáreas de tierra en diciembre de 2014, tras 20 años de batalla legal.

Foto: La Presse canadienne / Darryl Dyck

La demanda territorial de las Primeras Naciones de Xeni Gwet’in y los miembros de la Nación Tsilhqot’in lanzada ante la Corte Suprema de Columbia Británica contra Su Majestad la Reina en Derecho de la Provincia de la Columbia Británica, el Gerente Regional de la Región del Bosque del Cariboo y el Fiscal General del Canadá, comenzó en abril de 1990 y duró hasta 2007, antes de continuar en la Corte Suprema de Canadá, hasta su conclusión en 2014, con una victoria para los indígenas. 

En ella los demandantes solicitaban, además del reconocimiento de sus territorios, el reconocimiento de sus derechos a cazar y comerciar pieles y cueros de animales. Este reconocimiento era crucial para detener las acciones de las empresas de explotación forestal que, al cortar los árboles, alteraban radicalmente el hábitat de los animales de cuya caza dependían los indígenas.

Ese fallo de la Corte Suprema de Columbia Británica establecía en el punto 199, referido a los documentos históricos que fundamentaron la decisión, que "la zona del oeste de Canadá es el repositorio de los registros más completos del primer contacto entre los europeos y los pueblos indígenas en cualquier parte del mundo. Este registro contiene los diarios detallados escritos por oficiales y caballeros de la Hudson Bay Company".

En los elementos que fueron incorporados para emitir ese primer fallo también figuran las referencias a la llegada de aquellos primeros hablantes del castellano, redactando documentos en esa lengua, nacidos en lo que hoy se llama América Latina y que hacen parte de la historia de Canadá.

Rufo Valencia

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